La mentira es la
argumentación, afirmación, narración o respuesta contraria a la verdad, es un
juicio falso. La mentira no es exclusividad de un solo género, aunque las
mujeres nos acusen a los hombres de serlo, pero la verdad es que no existe
ningún estudio psicológico ni sociológico que fundamente esta acusación vociferada
por las féminas. La verdad es que ambos sexos son mentirosos. No hay ningún
estudio que compruebe que género mienten más si los hombres o mujeres, debido a
que la mentira no está en los genes sino en la mala formación ética de la
persona.
Muchos hombres pueden mentir
sobre su vida personal, sus historias, acciones, costumbres; la mujer no se
queda atrás, muchas mujeres mienten en varias ocasiones, pero sobre todo cuando
responden preguntas sobre su vida sexual, sobre todo si es conservadora; solo
las mujeres liberales se atreven a ser más abiertas en sus respuestas
despojándose de sus prejuicios.
Moralmente la mentira es
reprobada, sancionada y hasta castigada. Sin embargo, hay mentiras que no son
sancionadas y por el contrario, son aceptadas por la sociedad inculta,
ignorante y conformista, pero ¿hasta qué punto una mentira puede ser aceptada?
Sabiendo que les están mintiendo o lo creen solo por cuestión de fe, respeto, o
porque están resignados a que la vida sea así. Veamos
algunas clases de mentiras aceptadas por la sociedad:
Las mentiras
políticas.
Son las mentiras que utilizan los políticos para su beneficio personal con el
único fin de llegar al poder. Por ejemplo, en las campañas electorales los
candidatos prometen las mil maravillas, pero tenemos a 2 candidatos que se
disputan la presidencia de un país, el primero candidato sostiene “no puedo
prometerles aumento de sueldos porque nuestro país pasa por una crisis económica
muy seria, pero prometo trabajar para incentivar el empleo a través de las
inversiones privadas”, mientras el segundo alega; “les prometo aumento de
sueldo dignos del 50 %, y un millón de puestos de trabajo en mi primer año de
gobierno” ¿por quién votaría usted? Es indudable que la mayoría vote por el
último candidato para presidente, y el primero perdería las elecciones, ¿Cuál
fue su error? Ser honesto.
Las mentiras
jurídicas.
Todo abogado es mentiroso, aunque muchos abogados me critiquen este artículo
mas no quita que sea verdad. El abogado utiliza la mentira con el fin de ganar
los juicios sea como sea. El abogado cuando necesita ganar un caso por muy
complejo que sea, como el de defender a un asesino o un terrorista convicto y confeso,
siempre se valdrá de artimañas y pruebas falsas para convencer al jurado de la
inocencia de su patrocinado, aun cuando el mismo letrado sabe en su conciencia que
merece la máxima pena.
Las mentiras
religiosas.
Gracias a la ciencia las mentiras religiosas se van derrumbando con el
transcurrir el tiempo. Las religiones han infestado de mentiras a todo el mundo
para seguir ganando creyentes. Sin embargo, todos los creyentes quieren seguir creyendo
en Adán y Eva, la resurrección, en los milagros, y en todas las fantasías
contadas en los libros sagrados como si fueran películas épicas llenas de magia
y de monstruos. Muchos aducen “tenemos que creer en algo”, entonces, están
aceptando la mentira creyendo que es verdad.
Las mentiras
culturales, ancestrales. No es otra cosa que los mitos, leyendas, y profecías, que todo pueblo,
toda cultura, toda sociedad por muy atrasada o desarrollada han crecido
generación tras generación con mitos y leyendas. Los mitos, leyendas son
narraciones épicas y fantásticas contadas por sus ancestros para tratar de
explicar el origen de su cultura, hechos o fenómenos que cambiaron su vida
llenándolas con detalles místicos. Las profecías son los anuncios agradables o
desagradables que supuestamente sucederán en el futuro inevitablemente, como
“las profecías mayas”. Las mentiras culturales forman parte de la cultura
ancestral de todo pueblo para tratar de explicar, equivocadamente, en forma
divina y mística todos los fenómenos naturales y sociales.
Las mentiras
románticas.
Para conquistar el hombre y la mujer se dicen cosas como “te amo”, “te amaré
por siempre”, “eres mi único amor”, “desde la primera vez que te vi me enamoré
de ti”, “fue amor a primera vista”, “jamás te haré daño”, “no me gusta mentir”,
“yo siempre te seré fiel”, cuando realmente solo es un gusto lo que sienten por
la otra persona; y cuando tratas de terminar una relación, “no eres tú soy yo”,
“hay que darnos un tiempo”, entre otros.
Las mentiras
conyugales.
Desgraciadamente esta mentira es frecuente en los hogares donde impera la
violencia, cuando uno de los conyugues es agresivo, la mujer quien es víctima
de golpes y maltratos de su novio o esposo, palabras como “perdóname, estaba
borracho, jamás volverá a suceder”, en la mayoría de los casos lo llega a
perdonar porque el agresor le ha prometido cambiar su conducta lo cual nunca
sucede. La victima cree en la mentira por temor, se resigna por sus hijos o
porque sigue amando a su agresor.
Las mentiras
piadosas.
Esta clase de mentira es la única que no tiene un interés personal, se utiliza
con la única razón de ayudar a alguien en situación muy difícil. Por ejemplo,
una abuela que defiende a su nieto, el niño rompe un adorno muy valioso de su
madre, y la abuela con el fin de que no castiguen a su nieto en forma muy dura,
se hace responsable de lo sucedido y compra otro adorno.
La mentira sin importar su
causa o su origen, siempre será mentira, ahora ¿toda mentira es mala? Eso
depende del contexto, pero definitivamente toda mentira va en contra del honor,
de la integridad ética de la persona, es más dañina cuando se utiliza para
beneficios personales o peor aun para difamar, ofender, cometer injusticia,
violar los derechos y dañar a los demás.
Aquella persona que miente pierde credibilidad y
no es digna de ser considerada persona de confianza, por su familia, su
comunidad y la sociedad.
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