Acostado en un lecho
tan duro como frío
y sentado sobre mis ganas
de atentar contra mi mala suerte,
en debate me encuentro
con la voz de mi yo interno.
No hay oídos que me escuchen,
palabras no encuentro
que me hablen, ni un susurro;
menos un… Te quiero.
No busco un corazón comprensivo,
ni el amor sabe que yo respiro.
Miro hacia abajo sin ser dios,
mirándome a un espejo
me hago más daño.
Como piedra en el camino
me siento un granito de arena
en una playa con bandera roja,
sin poder gritarle siquiera al viento.
Quiero hablar de amor,
gritar susurrando a los oídos lo que soy,
pero solo estas paredes
de mi alcoba saben de mi voz,
y este cuaderno añejo donde escribo
conoce mis sentimientos,
mis secretos y mis deseos.
Cansado estoy de eso…
de hablar de amor con la nada.
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