En cuerpo joven mi alma envejece
viendo pasar el tiempo
como aves que escapan del invierno.
Pasaron mil horas y mi amor
sigue siendo ermitaño,
sin conocer un ¡te quiero!
o un ¡te amo!
Correrán los días y semanas,
y de mi boca pueden brotar
miles de palabras,
en ellas no hay más verdad,
solo en mi corazón
perturbado y enamorado.
No sé en que tiempo,
ignoro el momento
en que mis labios
saboreen el lenguaje de tus besos,
que mi cuerpo goce
al solo toque de tus manos.
Y sobre todo,
pasará el tiempo
para que mi yo interno
se decida a buscar la dicha,
no de ser tu dueño
sino tu complemento;
tu mejor momento.
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