Ayer te despediste de mí
y me diste un beso que no sentí.
Fue una despedida que esperaba
pero dentro de mí hay un grito
que se me escapa y va tras de ti.
Es el grito de mi alma callada
que no se resignara jamás a no verte más
cuando bebíamos en la misma fuente.
Nunca toqué tus labios
por más que mis besos te rondaban
y bien sabes que yo te soñaba
besándote entre mis brazos
pero no me diste ese privilegio.
Cuanto me hubiera gustado
amarte de pies a cabeza,
cuidarte en la salud y en la enfermedad,
protegerte del peligro y lo inofensivo;
pero según tu corazón no fui el elegido.
Te fuiste con un solo pasaje de ida
sin fecha de regreso, partiste de mi vida.
Me dejaste soledad en tu partida
con mil lágrimas en mi cara.
No sufro por este silencio
que me sucumbe a muerte,
sufro porque no te olvidaré
hasta el día que yo quede inerte.
Te marchaste, te llevaste
mi corazón para siempre.
Yo solo tengo tu foto
y mis lágrimas en mis ojos.
Tú te llevaste todo de mí;
mis poesías, mi amor, mi felicidad
y mis ganas de soñar.
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